Fenómenos

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Figura constitutiva (junto con los referenciales y las esencias) del eje semántico del espacio gnoseológico.

Los fenómenos son contenidos propios de los campos de las ciencias: son configuraciones objetivas en tanto se manifiestan diferencialmente ante los sujetos gnoseológicos (que mantienen entre sí relaciones autológicas o dialógicas). «Luna» percibida desde el observatorio S1 es un fenómeno con relación a «Luna» percibida desde el observatorio S2.

Los fenómenos pueden ser estructurados (en estructuras fenoménicas) antes de alcanzar el nivel esencial (Mendel estableció las estructuras fenotípicas más generales de la esencia ateniéndose al color, forma exterior, &c., antes de que hubieran sido descubiertas las estructuras genotípicas esenciales, ligadas a los genes, al ADN, &c.). Los fenómenos forman el orden lógico mundano de un espacio práctico que es, por sí mismo, el ámbito de la racionalidad.

La objetividad de los fenómenos se manifiesta sobre todo en la conexión entre los fenómenos y los efectos, puesto que los efectos, según la doctrina de la causalidad del materialismo filosófico, suponen una desviación con respecto al esquema material de identidad, recuperando la acepción de fenómeno como anomalía.

La racionalidad lógica no puede definirse a espaldas de los fenómenos —por ejemplo, a partir meramente de un supuesto «principio de no contradicción» formulado sobre los términos abstractos ser/no ser («algo no puede ser y no ser al mismo tiempo»)—, sino, en todo caso, en el marco de los fenómenos: lo irracional no es tanto que una entidad «sea y no sea al mismo tiempo», cuanto que una sustancia pueda estar simultáneamente y por sí misma en dos o más lugares diferentes del espacio fenoménico, o que en un lugar determinado y desconectado de cualquier otra serie de fenómenos previos pueda irrumpir —no ya procediendo de la nada, sino simplemente de una realidad transfenoménica— un planeta o un caballo al galope.

Los fenómenos son plurales tanto por la diversidad de las condiciones de aparición del objeto como por la multiplicidad de sujetos gnoseológicos. Su pluralidad y diversidad, sin embargo, queda neutralizada por procedimientos de confluencia operatoria, dando lugar a cantidades esenciales. Por ejemplo, la «estrella de la mañana» y la «estrella de la tarde» son apariencias fenoménicas diversas hasta que la Astronomía las neutralice al identificar ambas con el planeta Venus.

Los fenómenos se distinguen de las apariencias.

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