Identidad

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En general la identidad tiende a ser definida por la reflexividad de las relaciones entre los términos identificados. Pero esa reflexividad es producto de relaciones simétricas y transitivas, o incluso de productos relativos de relaciones asimétricas: P(x,x)/Q(y,x)= I(x,x). Presentar esta identidad como exenta es tanto como prescindir de todo componente de x que quede al margen de la relación I(x,x); es decir, es tanto como tratar al término x de la identidad como «simple» o sin partes (al menos, desde el punto de vista de su abstracción). Desde esta perspectiva, cabría suponer que la identidad metafísica (cuya más acabada expresión es la identidad teológica, la identidad del ser simplicísimo de Dios consigo mismo, que los escolásticos asociaban a la frase Ego sum qui sum) es la misma fórmula-límite (hipostasiada) de la reflexividad idéntica, es decir, de la identidad como reflexividad simple o identidad analítica absoluta.

Si nos atenemos a algunas relaciones que el término identidad mantiene con los términos unidad e igualdad, cabe concluir que identidad dice siempre unidad, pero unidad no siempre dice identidad. Un sistema termodinámico y su medio son inseparables, pero no son idénticos. Tampoco la igualdad dice siempre identidad. En la tradición escolástica la igualdad se circunscribía a la cantidad, mientras que la identidad tendía a ser circunscrita a la sustancia.

La identidad esencial nos remite a la igualdad; incluso es una relación entre dos identidades sustanciales diversas. Pero la identidad sintética no es propiamente relación entre dos sustancias, sino entre las partes de la misma sustancia. La identidad sintética contiene siempre una identidad sustancial, pero no simple o inmediata, sino establecida a través de predicados que acaso ni siquiera tienen identidad esencial. Tal es el caso de la identidad entre los predicados estrella de la mañana y estrella de la tarde: son predicados distintos, pero tienen la misma referencia: Venus. Esta referencia no puede suponerse dada, puesto que es «sustancia» que hay que construir entre los fenómenos. Cuando se dice que la forma de un cráneo es idéntica a la de otro, es porque estamos sugiriendo una identidad sustancial a través de un antecesor común a ambos. De todos modos, al lado de una misma sustancia pueden darse identidades esenciales entre sus partes: en el esqueleto de un vertebrado, el par de fémures-acetábulos va referido al mismo organismo a la vez, tienen identidad esencial o de forma.

Igualdad no dice unidad indeterminada, ni tampoco identidad indeterminada. Una de las características dialécticas de la identidad acaso fuera, precisamente, la necesidad de su determinación. Así, cuando hablamos de la identidad de dos monedas decimos que tienen el mismo patrón (como singularidad específica), pero no afirmamos que las dos monedas sean la misma, como singularidad individual contada dos veces.

La identidad tiende a presentarse como identidad analítica. El significado del planteamiento kantiano de la cuestión que gira en torno al análisis y la síntesis para la teoría de la ciencia es decisivo, al eliminar de la ciencia los juicios analíticos y al hacer de los juicios sintéticos a priori la condición misma de la construcción científica. El concepto kantiano de análisis procede de la Química antes que de las Matemáticas. En lugar del compuesto químico pondremos a un todo y en lugar de elemento pondremos a una parte. El planteamiento kantiano elimina de la ciencia las predicaciones idénticas (todos los cuerpos son extensos) que otros habían utilizado como canon de las Matemáticas, a costa de hacerlas renunciar a su pretensión de ciencias de la realidad. Pero ¿qué alcance podrían darse a las conexiones sintéticas entre la causa y el efecto? ¿No habría que decir que se trata de una conexión meramente psicológica? El planteamiento kantiano hará de los juicios sintéticos la condición misma de la construcción científica. Pero esto implica que el nexo ha de poder ser necesario, es decir, a priori, independientemente de que haya sido conocido de un modo inmediato o mediato, tras un largo proceso psicológico. Sobre todo, esto implica (si las Matemáticas son ciencias de la realidad) que los juicios matemáticos (7+5=12) son también sintéticos.

El espacio gnoseológico constituye la plataforma más pertinente para determinar las modulaciones de la idea de identidad. En este sentido cabe hablar de predicables de la identidad, determinables en función de las nueve figuras del espacio gnoseológico: la identidad entre los términos simples y las identidades esquemáticas, la unidad como identidad fenoménica, la identidad auto-lógica, por poner cuatro ejemplos.

Los procesos constructivos alcanzan su estatus científico cuando determinan una proposición en la cual se expresa una relación de identidad sintética. Sin embargo, no puede decirse que toda identidad sintética constituya una verdad. Esto es debido a que hay diversos tipos de identidades sintéticas.

Las identidades sintéticas esquemáticas son resultados de operaciones apoyados en un núcleo sustancial que, o bien se desarrolla apoyándose los resultados en la recurrencia de la operación, o bien se construye en el lugar de resolución de otros contenidos heterogéneos. Un ejemplo de identidad sintética esquemática nos lo ofrece la identificación entre la estrella de la mañana y la estrella de la tarde de los astrónomos antiguos.

Las identidades sintéticas sistemáticas tienen el formato de relaciones de identidad esencial, trascendental, a los términos que las soportan, por cuanto están insertas en el sistema constituido por los términos que ellas logran trabar. Las identidades sintéticas sistemáticas presuponen la construcción previa de contextos determinantes. ??stos están constituidos por el entrelazamiento de varios esquemas de identidad. La verdad aparecerá en el ámbito del contexto determinante, como una conexión entre algunas de sus partes, cuando esta conexión tenga lugar por la mediación de la relación de identidad. El teorema que establece que Venus es la estrella de la mañana y la estrella de la tarde, establece la identidad sustancial (determinada por la confluencia de identidades constitutivas del contexto sistemático) entre diversos conjuntos de fenómenos. El teorema que establece la igualdad de los ángulos opuestos por el vértice establece una identidad esencial entre términos ligados a través de esquemas de identidad sustancial, entrelazados en el sistema de las dos rectas que se cortan. En ambos casos, la identidad sintética implica operaciones que tienen lugar entre términos diversos compuestos sintéticamente; por lo que, por ejemplo, la verdad de la proposición Esta moneda es de oro es indisociable de la verdad de la cosa, siempre que ésta sea entendida como una relación de identidad sintética de este fenómeno con otros fenómenos de una clase de objetos, que comporta un color, un peso... Entonces es claro que la verdad es la adecuación de mi creencia con los contenidos arquetípicos tomados como referencia.

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