Jacobo Boehme

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Jacobo Böhme (1575-1624).

Filósofo alemán. Zapatero de profesión, aunque versado en Nicolás de Cusa y Paracelso. Su filosofía se basa en estudiar la producción de las cosas en su realidad propia por Dios, concebido como espíritu y voluntad, y la compatibilidad del bien y del mal con la salvación y la condenación. La criatura humana, en tanto que dotada de voluntad, tiende a desviarse de su origen divino y a caer en el mal, sólo superado en la vida divina. Su obra principal es la Teosofía.

«Boehme desenvolvió sus doctrinas en frecuente oposición a la ortodoxia, dentro de una corriente a veces coincidente con la de Eckhart y Weigel y con influencias de la filosofía natural renacentista. La influencia ejercida por Boehme se manifiesta en dos planos: en primer lugar, en la esfera de la mística; en segundo término, en la de la filosofía, donde Boehme pareció anticipar las especulaciones fundamentales del idealismo alemán postkantiano, algunos de cuyos mayores representantes reconocían, en efecto, en Boehme a un precursor de sus propias doctrinas. Mística y filosofía se hallaban, sin embargo, en Boehme unidas de raíz por una misma "experiencia especulativa" y por una misma busca de lo Absoluto que solucionara, además, el problema de la existencia del mal en el mundo. La concepción de Dios como una pura actualidad y una eminente energía creadora preparaba ya el terreno para una explicación del mundo, pero ésta no era sino el reflejo del propio proceso de la autogeneración de Dios, el cual no es un ser estático, sino una voluntad dinámica, que se manifiesta y autodespliega en una serie de etapas que recuerdan la dialéctica hegeliana. Lo que podrían llamarse los "conflictos de Dios" ??? análogos a los "conflictos de la Idea"??? resultan de esta misma infinita potencia divina, a la que no le basta el simple "ponerse" de una vez para siempre. De ahí que en Dios aliente la negación, primero como una manera de hacer despertar lo positivo y llevarlo a culminación, pero también para reconocer que la negación no es una simple disminución del ser, sino una efectiva realidad. Esto es lo único que puede explicar el mal y la postrera división del ser en el reino de los salvados y el de los condenados; es también lo único que puede explicar al hombre, que es efectivamente un compuesto de maldad y de bondad, de tinieblas y luz, de tendencia al desorden y de afán de orden y armonía. En su libertad puede elegir entre las dos opuestas naturalezas, pero su elección de las tinieblas hace necesaria la intervención y manifestación de Dios como salvador.» (José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía)