Metafísica

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Panfleto materialista. La Filosofía. Escrito por Juan José Méndez Iglesias. Pentalfa, Oviedo 2014

Podemos destacar tres acepciones de este término:

  • Metafísica como pensamiento sustancializador, hipostatizador o inmovilizador, es decir, como pensamiento que establece desconexiones reificantes de aquello que está conectado, o que "paraliza" aquello que fluye. Se trata de la acepción reconocida por el pensamiento marxista.

Desde el punto de vista del materialismo filosófico, consideraremos la tercera acepción como la más potente, puesto que a partir de ella podemos llegar a la primera y a la segunda. Así, pues, entenderemos por metafísica a toda construcción sistemática doctrinal, toda idea, &c., que, partiendo sin duda de un fundamento empírico lo transforma en una dirección, preferentemente sustancialista, tal que la unidad abstracta (es decir, «no-dramatizada», como ocurre en el caso de las construcciones mitológicas) así obtenida queda situada en lugares que están más allá de toda posibilidad de retorno racional al mundo de los fenómenos (ejemplos de ideas metafísicas, en este sentido, son: Alma, Dios, Mundo como realidad total, Materia en el sentido del monismo, espíritu absoluto, entendimiento agente, nada, &c.).

τά μετά τά φυσικά: El origen del término metafísica se asocia al nombre que Andrónico de Rodas dio a los libros de Aristóteles ordenados alfabéticamente (alf. Griego) que se ocupaban de lo que Aristóteles llamó «filosofía primera». Estos libros fueron colocados a continuación de los libros de Física (physis) por lo que se les llamó Metafísica en función de su topografía bibliotecaria.

Desde que Aristóteles determinó el objeto de la "filosofía primera" y desde que se usó el término 'metafísica' como equivalente a 'filosofía primera' se han suscitado muchos problemas. Uno de ellos es el del objeto propio de "la metafísica". En el propio Aristóteles hay una vacilación que va a determinar muchas de las discusiones posteriores al respecto. Por un lado, lo que llama "filosofía primera", al ocuparse del ser como ser, de sus determinaciones, principios, etc., se ocupa de "algo" que es superior, y hasta supremo. Pero este "ser superior o supremo" puede entenderse de dos modos: o como estudio formal de lo que luego se llamarán "formalidades", o bien como estudio de la substancia separada e inmóvil (Met., E, l, 1026 a 19).

H. Reiner ha indicado que el vocablo 'metafísica' interpretado no en sentido literal, sino relativamente al contenido, tuvo desde muy pronto dos sentidos: uno el de una post physica, y otro el de una trans physica. El sentido primero se advierte en Domingo Gundisalvo. Los dos sentidos parecieron unirse en Pedro Fonseca, para quien la metafísica estudia a la vez las post naturalia y las super naturalia. Pero al mismo tiempo no se perdió nunca en el término 'metafísica' el sentido de una investigación formal de temas tales como el ser, los trascendentales, etc., todos los cuales han sido considerados tradicionalmente como "objetos" de la metafísica. El estudio de estos temas era considerado fundamental para establecer las bases de cualquier "filosofía segunda", pero era también considerado fundamental para la teología. A ello se debe que en algún momento empezara a usarse la expresión 'metafísica general', a diferencia de las ramas de esta metafísica general, una de las cuales era justamente la teología.

Los escolásticos medievales se ocuparon con frecuencia de la cuestión del objeto propio de la metafísica. Se ocuparon asimismo a menudo de las relaciones entre metafísica y teología.

Casi todos los autores estuvieron de acuerdo en que la metafísica es una "ciencia primera" y una "filosofía primera": la metaphysica es de ente. Santo Tomás estimó que la metafísica es una philosophia prima que tiene por objeto el estudio de las causas primeras (S. theol., I, q. I, 6, ad resp.; Cont. Gent., I, 1). La metafísica trata del ser. En estos sentidos, Dios es el objeto de la metafísica. Por otro lado, la metafísica es ciencia del ser como ser y de la substancia. Parece, así, que la metafísica sea "dos ciencias" o que tenga "dos objetos". No ocurre tal, pues se trata más bien de dos modos de considerar la metafísica. En uno de estos modos la metafísica tiene un contenido teológico, pero este contenido no es dado por la metafísica misma, sino por la revelación: la metafísica se halla, pues, subordinada a la teología. En otro de estos modos la metafísica es el estudio de lo primero que cae bajo el entendimiento. Para Duns Escoto la metafísica es primaria y formalmente ciencia del ente en cuanto ens communissimum. La metafísica es previa a la teología; siendo la metafísica ciencia del ser, el conocimiento de este último es fundamento del conocimiento del ser infinito. Para Occam la metafísica no es propiamente ni ciencia de Dios ni ciencia del ser.

Suárez (Disp. met., 1) resumió y analizó casi todas las opiniones acerca de la metafísica propuestas por los escolásticos. Según Suárez, una primera opinión sostiene que el objeto total de la metafísica es el ente considerado en la mayor abstracción posible. Una segunda opinión afirma que el objeto de la metafísica es el ente real en toda su extensión. Otra opinión señala como único objeto de la metafísica a Dios como supremo ser real. Una cuarta opinión indica que la metafísica se ocupa de la substancia o ente inmaterial. Existe asimismo una doctrina según la cual el objeto propio de dicha ciencia es el ente clasificado en los diez predicamentos, ya sea que las substancias inmateriales finitas y sus accidentes caigan dentro de las categorías y se excluya del objeto de la metafísica, ya sea que sólo resulte objeto del saber metafísico el ente divino en los diez predicamentos. Finalmente, hay la opinión según la cual el objeto de la metafísica es la substancia en cuanto substancia. Suárez indica que la noción de metafísica no es tan amplia como algunos suponen ni tan poco extensa como otros admiten; la metafísica es como la definieron Aristóteles y Santo Tomás, la ciencia del ser en cuanto ser, no concebido al modo del género supremo y bajo la especie de la mera abstracción total, sino concebido como aquel ser que puede ser llamado con toda propiedad un transcendens.

Francis Bacon consideraba que la metafísica es la ciencia de las causas formales y finales. Para Descartes, la metafísica es una prima philosophia que trata de cuestiones como "la existencia de Dios y la distinción real entre el alma y el cuerpo del hombre". La metafísica es posible como ciencia solamente cuando se apoya en una verdad indubitable y absolutamente cierta. La metafísica sigue siendo en gran medida ciencia de "lo trascendente".

Otros autores rechazaron la posibilidad del conocimiento metafísico y de toda realidad estimada trascendente. El caso más conocido en la época moderna es el de Hume. La distribución de todo conocimiento en conocimiento o de hechos o de "relaciones de ideas" deja sin base el conocimiento de cualquier objeto "metafísico". Muchos autores trataron de "formalizar" la metafísica. Esto había sucedido ya entre los escolásticos y había continuado hasta Suárez, Fonseca y otros. Durante el siglo XVII y comienzos del siglo XVIII esta tendencia se fortaleció. Muchos autores se ocuparon de estudiar el objeto de la metafísica y de distinguir entre metaphysica y lógica. Ambas disciplinas son, como escribe Johannes Clauberg (Ontosophia [1647], pág. 288) disciplinae primae, pero por su sujeto se hallan a una distancia infinita una de otra, ya que la metafísica lo sabe todo y la lógica no sabe nada. Otros autores tendieron a establecer una distinción entre metaphysica y ontología. Señalemos aquí sólo que en la ontología se recoge el aspecto más formal de la metafísica. La ontología es concebida como una philosophia prima que se ocupa del ente en general. Por eso la ontología puede ser equiparada a una metaphysica generalis. Las dificultades que habían ofrecido muchas de las definiciones anteriores de 'metafísica' parecían desvanecerse en parte: la metafísica como ontología no era ciencia de ningún ente determinado, pero podía "dividirse" en ciertas "ramas" (como la teología, la cosmología y la psicología racionales) que se ocupaban de entes determinados, bien que en un sentido "muy general" y como principio de estudio de tales entes — esto es, en un sentido "metafísico".

La persistente y creciente tendencia de las "ciencias positivas" o "ciencias particulares" con respecto a la filosofía, y especialmente con respecto a la parte más "primera" de la filosofía, la metafísica, agudizó las cuestiones fundamentales que se habían planteado acerca de la metafísica, y en particular las dos cuestiones siguientes: (1) si la metafísica es posible; (2) de qué se ocupa. Central en la discusión de estos dos problemas es la filosofía de Kant. Este autor tomó en serio los embates de Hume contra la pretensión de alcanzar un saber racional y completo de la realidad, pero a la vez tomó en serio el problema de la posibilidad de una metafísica. En particular se interesó Kant por cómo es posible fundamentar la metafísica de un modo definitivo, con el fin de que deje de ser lo que ha sido hasta ahora: un "tanteo". La metafísica ha sido hasta ahora "una ciencia racional especulativa completamente aislada, basada únicamente en los conceptos y no, como la matemática, en la aplicación de los conceptos a la intuición" (K. r. V., B, xiv). La metafísica ha sido hasta ahora "la arena de las discusiones sin fin"; edificada sobre el aire, no ha producido sino castillos de naipes. No puede, pues, continuarse por el mismo camino y seguir dando rienda sueltas a las especulaciones sin fundamento. Por otro lado, no es posible simplemente adherirse al escepticismo: es menester fundar la metafísica para que "llegue a convertirse en ciencia" y a este efecto hay que proceder a una crítica de las limitaciones de la razón. La metafísica debe someterse al tribunal de la crítica. Nos limitaremos a indicar que Kant muestra que no hay posibilidad de juicios sintéticos a priori en metafísica. La metafísica no parece poder ser una "ciencia teórica" en ningún caso. De ahí el paso a la "razón práctica", en la cual parece darse la metafísica no como una ciencia, sino como una realidad moral. Pero esta posición no es tampoco satisfactoria si se quiere que la metafísica se convierta realmente en ciencia. Parte de la obra de Kant, a partir de la Crítica del juicio, puede comprenderse como un intento de responder a este desafío de la metafísica como ciencia.

Lo mismo que durante la Edad Media la metafísica ha sido durante la época moderna uno de los grandes temas de debate filosófico. Las tendencias adscritas a lo que podríamos llamar la filosofía tradicional, no han negado en ningún momento la posibilidad de la metafísica. Lo mismo ha ocurrido con el idealismo alemán, si bien el propio término 'metafísica' no haya recibido con frecuencia grandes honores. La metafísica fue sometida a una constante crítica. En la filosofía de Comte esto es evidente: la metafísica es un modo de "conocer" propio de una "época de la humanidad", destinada a ser superada por la época positiva. Ahora bien, esta negación de la metafísica implicaba a veces la negación del mismo saber filosófico. Por este motivo surgieron a fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX varias tendencias antipositivistas que, aunque hostiles en principio a la metafísica, terminaron por aceptarla. El criticismo neokantiano es un ejemplo particularmente iluminador de esta posición. Pero lo es también el neocriticismo francés y en particular el llamado positivismo espiritualista. En todos estos movimientos la metafísica es con frecuencia revalorizada "desde dentro". La rehabilitación bergsoniana de la metafísica no supone la adhesión al conocimiento racional de lo inteligible: supone precisamente la negación o limitación de este conocimiento y la posibilidad de una aprehensión intuitiva e inmediata de lo real, que la ciencia descompone y mecaniza. Algunos han negado la metafísica en el sentido tradicional y han reconocido la existencia de una aspiración metafísica insoslayable en el hombre. Tal ocurre con Dilthey y con todos los autores que de un modo o de otro tienden a transformar la metafísica en una "concepción del mundo". En una dirección parecida a la de Dilthey se ha movido Collingwood al considerar que el único modo de tratar la cuestión de la posibilidad de la metafísica es advertir que la metafísica debe tener conciencia de que es historia. Otros autores no se han ocupado explícitamente de la cuestión de la naturaleza y posibilidad de la metafísica, pero su pensamiento filosófico puede ser considerado como fundamentalmente metafísico. Tal ocurre con el existencialismo y con todas las filosofías existenciales. Otros autores no han seguido las tendencias tradicionales relativas a la naturaleza, finalidad o posibilidad de la metafísica, pero han desarrollado un pensamiento decididamente metafísico, en el cual la metafísica no es "ciencia primera" ni "ciencia del ente", sino "saber de la realidad radical". Tal ocurre con Ortega y Gasset, el cual podría afirmar que la metafísica no es propiamente una ciencia, porque es el saber dentro del cual se dan los demás saberes. Un modo de considerar la metafísica en sentido distinto del tradicional o de muchos de los sentidos modernos es asimismo el de Heidegger; el concepto de ser en Heidegger no es comparable al concepto de ser "tradicional", por lo cual una "introducción a la metafísica" como "introducción al ser" no es lo mismo que una introducción a la ciencia del ente en cuanto tal.

Otras corrientes contemporáneas se han opuesto decididamente a la metafísica, considerándola como una pseudo-ciencia. Tal sucede con algunos pragmatistas, con los marxistas y en particular con los positivistas lógicos (neopositivistas) y muchos de los llamados "analistas". Común a los positivistas es el haber adoptado una posición sensiblemente análoga a la de Hume. A la posición de Hume han agregado consideraciones de carácter "lingüístico". Así, se ha mantenido que la metafísica surge únicamente como consecuencia de las ilusiones en que nos envuelve el lenguaje. Las proposiciones metafísicas no son ni verdaderas ni falsas: simplemente, carecen de sentido. La metafísica no es, pues, posible, porque no hay "lenguaje metafísico". La metafísica es, en suma, "un abuso del lenguaje".

En los últimos años ha podido advertirse que inclusive dentro de las corrientes positivistas y "analíticas" se han suscitado cuestiones que pueden ser consideradas como metafísicas, o bien se ha atenuado el rigor contra la posibilidad de toda metafísica. Algunos (Charles Morris) admiten la metafísica en tanto que una forma de "discurso". Sin embargo, la noción de verdad (o falsedad) no puede aplicarse a tal "discurso", que tiene por finalidad organizar la conducta humana. Einstein declaró una vez que "el miedo a la metafísica" es una "enfermedad de la actual filosofía empírica". Otros han distinguido entre una "buena metafísica" y una "mala metafísica". Así, N. Hartmann ha distinguido entre ontología especulativa y ontología crítica. Esta distinción puede aplicarse a la metafísica. La metafísica especulativa es la metafísica constructiva. La metafísica crítica es fundamentalmente un análisis. P. F. Strawson ha distinguido entre una metafísica revisionaria y una metafísica descriptiva. La metafísica revisionaria es la que se propone erigir la mejor estructura conceptual posible para la comprensión y explicación de lo real y de sus diversas formas. La metafísica descriptiva es la que describe "la estructura efectiva de nuestro pensamiento acerca del mundo". Según Strawson, la metafísica revisionaria crea productos conceptuales de interés permanente, pero se halla al servicio de la metafísica descriptiva. Los autores que han admitido un pensamiento metafísico como pensamiento de la realidad radical estarían también inclinados a admitir una distinción entre la metafísica especulativa y otro tipo de metafísica, que si es "especulativa" lo es de la realidad.

Los debates sobre la naturaleza y posibilidad de la metafísica pueden llevar a muchos ánimos a la confusión. Parece como si de estos debates se desprendieran varias conclusiones. Una de éstas es que en todos los casos la metafísica parece ser el saber que se busca. El "tanteo" de que hablaba Kant puede muy bien ser una condición propia de toda investigación metafísica, incluyendo la investigación de la naturaleza de la metafísica. No parece ser una condición que podrá desaparecer un día, cuando la metafísica se convierta en "ciencia". Tan pronto como el metafísico ha creído encontrar un objeto propio y definitivo para su saber o el método juzgado infalible, descubre que el objeto era parcial y el método insuficiente. De ahí el carácter insatisfactorio de todas las definiciones dadas de la metafísica y el continuo rechazo por ésta de todos los objetos que ha ido sucesivamente proclamando como temas propiamente metafísicos. "Sucede —ha escrito Gilson— como si la historia de la metafísica fuera la de una ciencia que no acierta nunca a dar con su objeto y que en el curso de este desacertar va descubriendo paulatinamente su objeto". La paradoja de Bradley es por ello todavía iluminadora: "La metafísica es el hallazgo de malas razones para lo que creemos por instinto, pero el encontrar estas razones no es ya un instinto." (José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía)