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Nicolás Malebranche (1638-1715). Filósofo francés nacido en París. Estudió Filosofía y Teología en la Marche y la Sorbona, respectivamente, ingresando en la Congregación del Oratorio en 1660. Se encontró casualmente con el ''Tratado del hombre'' de [[Renato Descartes]] y a partir de entonces orientó su pensamiento por éste y por las obras de [[San Agustín]] y [[Arnoldo Geulincx]]. En 1674 y 1675 publicó los dos volúmenes de su obra fundamental, ''La búsqueda de la verdad'', de gran éxito editorial.  
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'''Nicolás Malebranche''' (1638-1715). Filósofo francés nacido en París. Estudió Filosofía y Teología en la Marche y la Sorbona, respectivamente, ingresando en la Congregación del Oratorio en 1660. Se encontró casualmente con el ''Tratado del hombre'' de [[Renato Descartes]] y, a partir de entonces, orientó su pensamiento por éste y por las obras de [[San Agustín]] y [[Arnoldo Geulincx]]. En 1674 y 1675 publicó los dos volúmenes de su obra fundamental, ''La búsqueda de la verdad'', de gran éxito editorial.
  
Malebranche parte de la distinción en el [[espíritu]] humano del [[entendimiento]] y la [[voluntad]], siendo la primera una [[facultad]] pasiva que recibe las impresiones del [[alma]], y la segunda activa y con inclinación al [[bien]]. El [[conocimiento]] se obtiene por medio de cada idea [[ejemplar]] que [[Dios]] ha depositado en el [[hombre]], de tal modo que las afecciones externas no son sino una [[causa]] [[ocasional]] para que se pongan en uso; se niega, por lo tanto, una [[causalidad]] efectiva y se sustituye por una coordinación entre cuerpo y espíritu. El alma, gracias a estar unida a Dios, adquiere el conocimiento («nosotros vemos todas las cosas en Dios»): Dios es el lugar de los espíritus, del mismo modo que el [[espacio]] es el lugar de los cuerpos. No habiendo posibilidad de conocer el mundo exterior, lo [[particular]], pues sólo puede haber conocimiento de lo [[universal]], debemos suponer nuestro mundo como una convención: el [[mundo]] existe porque así lo dice La Biblia.
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Malebranche parte de la distinción en el [[espíritu]] humano del [[entendimiento]] y la [[voluntad]], siendo la primera una [[facultad]] pasiva, que recibe las impresiones del [[alma]], y la segunda, activa y con inclinación al [[bien]]. El [[conocimiento]] se obtiene por medio de cada idea [[ejemplar]] que [[Dios]] ha depositado en el [[hombre]], de tal modo que las afecciones externas no son sino una [[causa]] [[ocasional]] para que se pongan en uso; se niega, por lo tanto, una [[causalidad]] efectiva y se sustituye por una coordinación entre cuerpo y espíritu. El alma, gracias a estar unida a Dios, adquiere el conocimiento («nosotros vemos todas las cosas en Dios»): Dios es el lugar de los espíritus, del mismo modo que el [[espacio]] es el lugar de los cuerpos. No habiendo posibilidad de conocer el mundo exterior, lo [[particular]], pues sólo puede haber conocimiento de lo [[universal]], debemos suponer nuestro mundo como una convención: el [[mundo]] existe porque así lo dice la Biblia.
  
Sus obras están escritas en francés.
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[[Category:Filósofos|Malebranche, Nicolás]]
 
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[[Category:Filósofos Modernos|Malebranche, Nicolás]]
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Revisión de 21:01 19 ene 2009

Nicolás Malebranche (1638-1715). Filósofo francés nacido en París. Estudió Filosofía y Teología en la Marche y la Sorbona, respectivamente, ingresando en la Congregación del Oratorio en 1660. Se encontró casualmente con el Tratado del hombre de Renato Descartes y, a partir de entonces, orientó su pensamiento por éste y por las obras de San Agustín y Arnoldo Geulincx. En 1674 y 1675 publicó los dos volúmenes de su obra fundamental, La búsqueda de la verdad, de gran éxito editorial.

Malebranche parte de la distinción en el espíritu humano del entendimiento y la voluntad, siendo la primera una facultad pasiva, que recibe las impresiones del alma, y la segunda, activa y con inclinación al bien. El conocimiento se obtiene por medio de cada idea ejemplar que Dios ha depositado en el hombre, de tal modo que las afecciones externas no son sino una causa ocasional para que se pongan en uso; se niega, por lo tanto, una causalidad efectiva y se sustituye por una coordinación entre cuerpo y espíritu. El alma, gracias a estar unida a Dios, adquiere el conocimiento («nosotros vemos todas las cosas en Dios»): Dios es el lugar de los espíritus, del mismo modo que el espacio es el lugar de los cuerpos. No habiendo posibilidad de conocer el mundo exterior, lo particular, pues sólo puede haber conocimiento de lo universal, debemos suponer nuestro mundo como una convención: el mundo existe porque así lo dice la Biblia.