Platón

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Platón

Platón (427-347 a.n.e.).

Aristocles de Atenas, apodado Platón (Πλάτων = «el de anchas espaldas»), nace, probablemente, el año 428-427 a.n.e. en Atenas, o quizás en Egina. Pertenecía a una familia noble. Su padre, Aristón, se proclamaba descendiente del rey Codro, el último rey de Atenas. Su madre, Perictione, descendía de la familia de Solón, el antiguo legislador griego. Era además hermana de Cármides y prima de Critias, dos de los treinta tiranos que protagonizaron un golpe de estado oligárquico el año 404. Platón tuvo dos hermanos, Glaucón y Adimanto, y una hermana, Potone. A la muerte de Aristón, Perictione se casó con su tío Pirilampes, amigo y partidario prominente de Pericles, con quien tuvo otro hijo, Antifón.

Platón tuvo una educación esmerada en todos los ámbitos del conocimiento. Es posible que se iniciara en la filosofía con las enseñanzas del heracliteano Cratilo. A los veinte años (407) tiene lugar el encuentro con Sócrates: acontecimiento decisivo para Platón. Sócrates contaba entonces 63 años y se convertirá en su único maestro hasta su muerte. Tanto por sus relaciones familiares, como por vocación, Platón tuvo la intención de adentrarse en la vida política. Pero, según narra en la Carta VII, dos sucesos decisivos le hicieron desistir de ello. Durante el régimen de los treinta tiranos sus parientes (Critias, Cármides) y conocidos le invitan a colaborar con el gobierno: «Yo me hice unas ilusiones que nada tenían de sorprendente a causa de mi juventud. Me imaginaba, en efecto, que ellos iban a gobernar la ciudad, conduciéndola de los caminos de la injusticia a los de la justicia». Pero las acciones criminales iniciadas por el nuevo gobierno desilusionaron a Platón; sobre todo por el intento de mezclar a Sócrates («el hombre más justo de su tiempo») en el prendimiento de León de Salamina (un exiliado del partido demócrata) para condenarlo a muerte. Pero «Sócrates no obedeció y prefirió exponerse a los peores peligros antes de hacerse cómplice de acciones criminales». Los exiliados del partido democrático se rehicieron bajo la dirección de Trasíbulo y, con el apoyo del pueblo ateniense, derrotaron a los oligarcas. Al principio los hombres del nuevo gobierno utilizaron una gran moderación, votando incluso una amnistía, para poner fin a la guerra civil. De nuevo Platón se siente inclinado a mezclarse en los asuntos del estado; pero ocurre que bajo el nuevo gobierno tiene lugar el proceso y condena de Sócrates: «he aquí que gentes poderosas llevan a los tribunales a este mismo Sócrates, nuestro amigo, y presentan contra él una acusación de las más graves, que él ciertamente no merecía de manera alguna: fue por impiedad por lo que los unos le procesaron y los otros lo condenaron, e hicieron morir a un hombre que no había querido tomar parte en el criminal arresto de uno de los amigos de aquéllos, desterrado entonces, cuando, desterrados, ellos mismos estaban en desgracia». La injusticia del orden oligárquico y los errores de la democracia conducen a Platón a orientar su pensamiento en el sentido de encontrar un fundamento sólido para poder instaurar un orden justo: «Entonces me sentí irresistiblemente movido a alabar la verdadera filosofía y a proclamar que sólo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida privada. Así, pues, no acabarán los males para los hombres hasta que llegue la raza de los puros y auténticos filósofos al poder o hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad no se pongan verdaderamente a filosofar».

El año 399 tiene lugar la condena y muerte de Sócrates que despejarán los posteriores caminos del padre de la Filosofía académica. Temiendo ser molestado por su condición de amigo y discípulo de Sócrates, Platón se refugia en Megara, donde permaneció probablemente tres años, entrando en relación con la escuela y con Euclides de Megara. Posteriormente partió para África, visitando, primero, Egipto y, después, la Cirenaica, donde frecuentó a Aristipo de Cirene y al matemático Teodoro. A partir de este momento se dan varias versiones de sus viajes. Para unos regresa directamente a Atenas, para otros va a Italia meridional a fin de conocer las sedes pitagóricas y a Arquitas de Tarento.

Hacia el año 388 abandona Italia (o Atenas) para dirigirse a Sicilia. En Siracusa reina un griego, Dionisio I el Anciano, que tiene en jaque a los cartagineses y se ha convertido en amo de Sicilia. Platón intima con Dión, cuñado de Dionisio, gran admirador de los socráticos. El caso es que después de ser llamado por el rey, el propio Dionisio lo expulsa (no se conocen exactamente los motivos). Embarca en una nave espartana que hace escala en la isla de Egina, a la sazón en guerra con Atenas, y Platón es hecho esclavo y luego rescatado por Anniceris, a quien había conocido en Cirene. En el 387 regresa a Atenas y funda la Academia, primera escuela de filosofía organizada, origen de las actuales universidades. Allí permanecerá durante veinte años dedicado al estudio y a la enseñanza.

Pero el filósofo volverá en otras dos ocasiones a Siracusa. El año 367 muere Dionisio I y le sucede en el trono su primogénito Dionisio II. Dión concibe la idea de traer a Platón a Siracusa como tutor del sucesor de su cuñado. Platón no era optimista sobre los resultados, pero Dión y Arquitas le convencen haciéndole ver las perspectivas de reformas políticas que se le ofrecen. Platón acude a Siracusa dejando a Eudoxo al frente de la Academia. Muy pronto el joven Dionisio ve en Dión y en Platón dos rivales, por lo que destierra a Dión y más tarde hace lo mismo con el filósofo. Con todo les promete el regreso.

El año 366 vuelve a Atenas donde permanecerá seis años. Posteriormente (361) Dionisio invita de nuevo a Platón y el filósofo se dirige a Siracusa acompañado de varios discípulos. Heráclides Póntico es ahora el encargado de regir la Academia. De nuevo, la actitud de Dionisio fue tajante con el ateniense que, preso, consiguió ser liberado merced a la intervención de Arquitas. Una vez libre regresó a Atenas. Pero Dión no cejó en su empeño, sino que reclutó un ejército del que formaban parte discípulos de Platón, venció a Dionisio e instauró una dictadura. Sin embargo a los tres años fue asesinado por su amigo, el platónico Calipo.

Tras el regreso a Atenas, después de su primer viaje, Platón funda en el año 387 la Academia, en un bosque cercano a Atenas dedicado al héroe Akademos. La Academia está pensada según el modelo de las sedes pitagóricas de las cuales es heredera.

El tema de los estudios de la Academia ofrece gran dificultad, pues los diálogos platónicos no son un desarrollo del programa de la Academia, aunque solamente a través de ellos se puede conocer este programa. Los estudios de la Academia tendrían que ver con el conjunto de disciplinas necesarias para la formación de los filósofos gobernantes, tal como se presentan en el libro VII de la República: la aritmética (522 c), la geometría (526 c), astronomía (528 e), música (531 a-c), y dialéctica (532-537). En el Epínomis —de dudosa atribución a Platón, su autoría se debe probablemente al platónico Filipo Opuntio—, cuyo objeto es determinar qué estudios conducen a la sabiduría, se ofrece una lista de disciplinas que sigue fielmente lo expuesto en el libro VII de la República.

Uno de los principales campos de investigación lo constituyó la dialéctica, concebida como el arte de pensar ligado al lenguaje, como una gramática de las ideas, elaboración técnica de los conceptos y de sus relaciones. La dialéctica es la forma suprema de la actividad pedagógica (discusión, discurso, argumentación). Sin embargo, Platón opina que su enseñanza antes de los treinta años podría ser muy perjudicial.

El otro campo de investigación lo constituyó la construcción matemático-astronómica del cosmos. La Academia se convirtió en la sede de la matemática griega donde brillaron hombres como Teeteto y Eudoxo de Cnido (400-347). En su frontispicio figuraba la siguiente inscripción: «Nadie entre aquí sin saber geometría». El estudio de las diferentes partes de las matemáticas (geometría, aritmética y teoría de los números) constituía la propedéutica necesaria a la dialéctica. La astronomía no era entendida como una disciplina del fenómeno astral, sino como una geometría de los astros, como una estereometría que lleve a la aplicación de las proporciones y a la explicación de los astros en sí (República, 529 c-e). En la investigación astronómica brillaron hombres como Eudoxo, Calipo (fl. 344) y Heráclides Póntico (390-310). Pero tampoco se descuidaron otros campos de investigación. Espeusipo, sobrino y sucesor de Platón en la Academia, era un escritor voluminoso en historia natural, y los trabajos biológicos de Aristóteles pertenecen en su mayor parte a su período académico, inmediatamente posterior a la muerte de Platón. La Academia era también particularmente activa en jurisprudencia y legislación: Eudoxo y Aristóteles escribieron leyes para Cnido y Stagira.

El problema de la clasificación de las obras de Platón proviene ya de la Antigüedad. Diógenes Laercio nos informa de cuatro sistemas de clasificación de las obras de Platón. El primero divide los «Diálogos» en dos clases según sus caracteres intrínsecos: los diálogos didácticos, que tienen por objeto la enseñanza de la verdad, y los diálogos zetéticos, que tienen por objeto el arte de descubrirla (ζητητιόν = investigación). El segundo considera más la forma que el fondo, y clasifica los diálogos en tres series: dramáticos, narrativos y mixtos. Otros, y entre ellos Aristófanes de Bizancio, dividían los diálogos en trilogías. Por último, la clasificación atribuida por Trasilo al propio Platón agrupaba sus obras en nueve tetralogías (treinta y cuatro diálogos, la Apología, y las Cartas).

Platón, por su parte, continuó en Atenas su trabajo al frente de la Academia hasta el año 348-347, fecha probable de su muerte.

Dejó numerosas obras escritas en forma de Diálogos, entre las que destacan Gorgias, Protágoras, Fedón, Banquete y La República.

Platón es el fundador del método filosófico consistente en el regressus de los fenómenos del mundo sensible hasta las Ideas, con el objeto de preparar una teoría explicativa desde la que practicar el progressus al mundo de los fenómenos. Para poder entender ese mundo sensible es necesario que el alma, que es inmortal y por lo tanto afín a las Ideas, haya podido captarlas y tenerlas presentes, aunque deban ser ejercitadas y puestas en práctica por medio de la práctica y la educación, como prueba Sócrates con el esclavo del diálogo Menón, que es capaz de resolver un teorema geométrico sin haber estudiado Geometría. La doctrina política de Platón se basa en el orden de las Ideas aprehendido por el alma, siendo la ciudad-estado una proyección de ese alma. Así, Platón divide la ciudad en las tres partes del alma: sensible, concupiscible y racional, dependiendo de la parte que más haya ejercitado cada individuo, que será en consecuencia guerrero, productor o gobernante. Platón inaugura el proyecto clásico en la civilización grecolatina de identificar el saber con el poder, al situar al filósofo-rey, aquel que ha estudiado las Ideas con mayor dedicación, en la cúspide de la sociedad política, al margen del aristocratismo y del relativismo moral del Sofista.

Poliedros regulares

Empédocles asoció el cubo, el tetraedro, el icosaedro y el octaedro con la tierra, el fuego, el agua y el aire, respectivamente. Luego Platón asoció el dodecaedro con el Universo pensando que debía tener relación con la sustancia de la cual estaban hechos los planetas y las estrellas. De aquí que a los poliedros regulares se los conozca también como «sólidos platónicos».

La influencia de Platón en toda la historia de la filosofía ha sido tan constante y profunda, que un gran filósofo contemporáneo, Alfredo Whitehead, afirmó que se puede interpretar toda la Filosofía occidental como una serie de notas al pie de página puestas en las obras del ateniense.

Hay fundamentos sólidos para considerar a Platón como el verdadero fundador de la filosofía como nueva disciplina institucionalizada. Podría decirse entonces que antes de Platón no hubo propiamente filosofía, sino prehistoria de la filosofía,. Porque tampoco puede olvidarse que el Sócrates que ha pasado a la historia de la filosofía occidental ha sido principalmente el Sócrates a través del cual Platón expone sus ideas en sus Diálogos. Las escuelas presocráticas no fueron propiamente escuelas de filosofía, sino también de Astronomía, de Matemáticas, incluso heterías o escuelas de sabiduría. Sólo cuando las escuelas presocráticas se enfrentaron entre sí pudo aparecer un nuevo nivel crítico, cuya versión histórica más importante fue la sofística ateniense. Del seno de la sofística salieron Sócrates y el propio Platón.

Platón fundó la Academia como un centro dedicado a la formación de los jóvenes, que les hiciera capaces de dirigir la política de las ciudades-estado griegas en plena expansión. De cualquier modo Platón orientó gran parte de su obra a analizar las ideas políticas más esenciales. Es cierto que estas obras, en las que se defienden ideas comunistas, han sido muchas veces interpretadas como una expresión puramente ideológica de la aristocracia ateniense. Platón fue crítico áspero de la democracia; pero, ¿acaso la democracia ateniense puede considerarse hoy como la precursora de la forma más alta de organización del Estado?

Platón es quien sentó las bases de la racionalidad dialéctica, cuya influencia en los siglos posteriores llega hasta nosotros con mayor fuerza aún que la del racionalismo silogístico de Aristóteles. Platón es el descubridor de los grandes principios que hoy llamamos principios de la symploké, y principalmente del principio de la discontinuidad, desconocido por tantos materialistas de la época moderna (incluyendo a Engels): si todo estuviera conectado con todo no podríamos conocer nada. No podemos olvidar que el principio todo está vinculado con todo sigue siendo aún el ideal de la sabiduría de tantos físicos y metafísicos actuales.

Recordaremos, por último, que el propio nombre de filosofía surgió precisamente en el círculo platónico, acaso a través de Heráclides Póntico. (Platón)

Respecto a nuestra interpretación materialista de la filosofía platónica, cabe decir que ya el mismo Platón ejercitó la doctrina de los tres géneros de materialidad (M1, M2 y M3 = Mi):

Las sombras y los cuerpos en devenir se corresponden con M1, las almas con M2 y las Ideas con M3. «El mundo, como conjunto de acontecimientos singulares (M1), es sólo apariencia —porque todo acontecimiento está siempre endosado, su realidad objetiva envuelve la pertenencia a alguna Idea-clase (M3), y esta pertenencia sólo tiene sentido por la mediación de las operaciones (M2)» (Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, pág. 419). A su vez, la Idea del Bien, al ser epékeina tês ousías (esto es, al situarse más allá de la esencia), podría corresponderse con la [[Materia ontológico-general] (M), que es acategorial y desborda el mundo de la Materia ontológico-especial (Mi) en tanto límite absoluto de todo regressus; de ahí que la tratemos como Materia trascendental no mundana (aunque la posición del Bien en Platón es una tesis que tan sólo se esboza y que sería considerablemente desarrollada por la tradición neoplatónica del Uno).

También cabe hacer corresponder a la alegoría de la línea del libro sexto de la República con los estados gnoseológicos tal y como están tratados en la teoría del cierre categorial:

El estado β2 (que se caracteriza por efectuar el progressus a contextos causales de situaciones de praxis tecnológicas) vendría a ser la εικασία, el estado β1 (caracterizado por el regressus a contextos esenciales) la πιστις, el estado α2 (caracterizado por el progressus a partir de operaciones a contextos envolventes) la διανοια y el estado α1 (caracterizado por realizar el regressus a factores no operativos en situaciones de cientificidad natural) el νοῦς.

Asimismo, dentro de la doctrina de las ramas y capas del poder de la sociedad política, los gobernantes filósofos pueden situarse en la capa conjuntiva, los guardias en la capa cortical y los agricultores y artesanos en la capa basal.

«(...) el inmaterialismo característico de la filosofía platónica pertenece a la Ontología especial, no a la Ontología general. El inmaterialismo platónico es el inmaterialismo principalmente realizado en la dirección objetivista, del inmaterialismo del Primer Género de Materialidad, si efectivamente Platón ha enseñado que el mundo físico es —apariencia—. El espiritualismo platónico ocupa, por tanto, en el cuadro de la Ontología especial, la posición opuesta al mecanicismo, que desconoce el Tercer Género de Materialidad en beneficio del Primero» (Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, pág. 108). Tercer género que también es obviado por el Diamat, de ahí su furibundo antiplatonismo; sin perjuicio de que, como hemos advertido, en determinados momentos se llegue a poner en ejercicio. Daniel López Rodríguez · (Platón en el Diccionario soviético de filosofía · 21 de abril de 2019)

Enlaces de interés

Diálogos de Platón

Patricio de Azcárate — Obras completas de Platón — Madrid 1871-1872 — 11 volúmenes

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