Empirismo

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La Gran Restauración (1620), obra de Francisco Bacon, y el inicio del empirismo inglés.

Nombre genérico de todas las doctrinas que niegan la existencia de cualquier conocimiento innato y desligado de la experiencia. Asimismo, niega la Idea de Sustancia, en tanto que considera que no podemos conocer más que la inherencia que sus cualidades sensibles producen en nuestros sentidos.

En el empirismo inglés, o en la Escuela platónica de Cambridge, el Ego trascendental se mantiene alejado del Mundo o Materia ontológico-especial, cuya existencia en Locke y Hume es reducida a no mucho más que una cierta intensidad o vivacidad de las sensaciones. Berkeley, el obispo irlandés, ocupa en esta tradición empirista el lugar que Malebranche, el sacerdote francés, ocupaba en el racionalismo: el más próximo al Dios medieval de la revelación; Dios («M») llena a «E» (ángeles, almas humanas), a quienes ha creado, y sólo a su través crea el Mundo de los fenómenos «Mi», cuyo ser se reduce a la condición de percepción de «E». (Gustavo Bueno: La metafísica presocrática , Pentalfa, Oviedo, noviembre 1974 & Gustavo Bueno: «Confrontación de doce tesis características del sistema del Idealismo trascendental con las correspondientes tesis del Materialismo filosófico» , El Basilisco, 2ª época, nº 35, 2004, páginas 3-40).
Aunque el Diccionario soviético de filosofía trata los términos “racionalismo” y “empirismo” en dos entradas independientes, las definiciones que podemos leer en él coinciden en presentarlos como términos opuestos que mantienen una relación de contrariedad: mientras que el racionalismo admite la razón como única fuente de conocimiento, el empirismo pone a la experiencia sensible.

La crítica que los autores del Diccionario soviético hacen al racionalismo es el haber separado radicalmente la razón de los sentidos; lo lógico de lo sensible, porque esta ruptura “conduce inevitablemente al idealismo”. Aunque tampoco les parece apropiado el menosprecio que el empirismo hace de la razón y “condenan la estrechez del empirismo, característica del materialismo premarxista, incapaz de apreciar en su justo valor el papel de las teorías y las abstracciones científicas”.

La alternativa que el Diamat propone, para superar tanto al racionalismo como al empirismo, es la conexión de lo sensorial y lo lógico. A su juicio, “los conceptos lógicos son la reelaboración de los datos sensoriales en el raciocinio”, datos empíricos y teorías, ideas y conceptos serían dos fases recíprocamente relacionadas del proceso del conocimiento: “Para comprender, es preciso comenzar a estudiar empíricamente, y de la experiencia, elevarse a la generalización” (Lenin, Cuadernos filosóficos, Ed. rusa).

La crítica que desde el materialismo filosófico le hacemos a la postura del materialismo dialéctico es que el ajuste que propone entre hechos empíricos y teorías, pone en evidencia una hipostatización metafísica según la cual en el proceso de conocimiento intervendrían, como previos, dos órdenes diferentes, lo sensible y lo racional. El Diamat estaría así reiterando otra vez el dualismo razón/sentidos que le había objetado al racionalismo. Desde el materialismo filosófico rechazamos dicha oposición y entendemos la construcción racional, la “razón”, como resultado de la organización diamérica de los datos sensoriales o perceptos.

Desde la teoría de la ciencia que el materialismo filosófico defiende, la conexión entre lo sensible (hechos empíricos) y lo racional (teorías, ideas, conceptos) no significa algo previo o posterior a la racionalidad científica, sino la realidad misma de las ciencias. La perspectiva gnoseológica del materialismo filosófico es la de un constructivismo que no es formalista, sino materialista, porque la noción de construcción es inseparable de los hechos, de la propia realidad. No hay unos datos empíricos, por una parte, y una construcción racional, por otro. Las sensaciones no son “fuentes de conocimiento”, sobre las cuales “construye la razón” como “facultad superior”, sino que son los materiales mismos conocidos, en una fase de su composición. La “razón” no es facultad que, tomando los “datos” de los sentidos proceda según sus propias leyes, sino que es la misma relación entre las percepciones.

En cuanto al racionalismo y empirismo, como corrientes enfrentadas en la Historia de la Filosofía, cabría comentar cómo éstas encontraron su límite en el famoso problema que William Molyneux le propuso, en 1688, a John Locke: si un ciego de nacimiento que reconoce y distingue perfectamente por el tacto un cubo y una esfera, pudiese llegar a ver, ¿sería capaz de reconocer y distinguir las dos figuras sólo con verlas, sin llegar a tocarlas? El empirismo respondió que no las reconocería, puesto que el ciego carece de la experiencia de cómo las dos figuras se presentan ante sus ojos, mientras que la respuesta de los racionalistas es afirmativa, porque el ciego habría aprendido a reconocer las figuras por unos “principios de razón” confirmados por la experiencia táctil. En 1728, William Cheselden operó con éxito a un muchacho ciego de nacimiento y pudo constatar la respuesta negativa. Sin embargo, esto no significaba que los empiristas tuvieran razón y que el conocimiento dependiera de la experiencia porque quedaba sin resolver la objeción racionalista de cómo explicar que los ciegos puedan aprender geometría.

El problema de Molyneux supone que la percepción visual a través de la cual tenemos conocimiento del mundo externo no puede ser explicada ni desde la alternativa que opone el empirismo al racionalismo, ni tampoco desde una yuxtaposición que suponga la adecuación entre razón y sentidos. Estamos ante una situación dialéctica, diamérica, en la que hay que tener en cuenta cómo unas experiencias se organizan con más potencia que otras y se imponen a las sensaciones antiguas. Las operaciones de organización, que en el problema de Molyneux corresponden a todos los ajustes que el ciego ha de hacer entre sensaciones visuales y táctiles, decimos que son racionales. La razón no es ninguna sustancia organizadora, sino que es la misma organización de las percepciones, que ha de tener en cuenta los principios y esquemas que se han elaborado social y culturalmente. (Carmen Baños Pino · Racionalismo / Empirismo · 24 de junio de 2019)