Gilles Deleuze
Gilles Deleuze, nacido el 18 de enero de 1925 en París (Francia) y fallecido el 4 de noviembre de 1995 en la misma ciudad, fue un filósofo francés cuya obra transformó la filosofía contemporánea, la teoría cultural y el pensamiento político. Considerado uno de los principales exponentes del posestructuralismo, Deleuze desarrolló una filosofía original que desafió la tradición metafísica occidental, proponiendo una visión del mundo basada en la diferencia, la multiplicidad y la creación de conceptos. Su amigo y colega Michel Foucault lo describió como “el único espíritu verdaderamente filosófico de nuestra época”, destacando su capacidad para repensar la filosofía como un acto creativo y crítico.
Deleuze creció en una familia de clase media en París, donde estudió filosofía en la Sorbona, graduándose en 1948. Influido por una amplia gama de pensadores, incluyendo a Friedrich Nietzsche, Henri Bergson, David Hume, Baruch Spinoza y Marcel Proust, su trabajo combinó el vitalismo, el empirismo y la estética para rechazar los conceptos universales de la tradición platónica-cristiana. Durante su carrera, enseñó en varias instituciones francesas, incluyendo el Lycée Louis-le-Grand, la Universidad de París VIII (Vincennes) y el Collège de France, donde su estilo pedagógico, accesible pero profundamente innovador, atrajo a generaciones de estudiantes.
La filosofía de Deleuze se caracteriza por su crítica a las nociones de identidad, esencia y trascendencia, que asociaba con la metafísica platónica y el idealismo hegeliano. En su obra cumbre, Diferencia y repetición (1968), argumentó que la diferencia, no la identidad, es la fuerza ontológica fundamental del mundo. Para Deleuze, la realidad no se organiza en torno a categorías fijas o sujetos unificados, sino a través de procesos dinámicos de diferenciación que generan multiplicidades. Este enfoque, influido por el vitalismo de Nietzsche y Bergson, rechaza la metafísica trascendental y sitúa el mundo sensible como el único ámbito de la experiencia, impregnado de un “espíritu vital” que impulsa la creación.
Otro concepto fundamental en el pensamiento de Gilles Deleuze es el de rizoma, desarrollado en colaboración con el psicoanalista Félix Guattari en Mil mesetas (1980), la segunda parte de la bilogía Capitalismo y esquizofrenia. A diferencia de las estructuras arborescentes, que son jerárquicas y centralizadas, el rizoma representa una organización no jerárquica, descentralizada y abierta, que captura la complejidad y multiplicidad de la realidad y el conocimiento. Este concepto, opuesto a los modelos lineales y unificados, tiene profundas implicaciones filosóficas, políticas y culturales, fomentando formas de resistencia frente a sistemas opresivos como el capitalismo o el autoritarismo.
Deleuze y Guattari también analizaron el capitalismo como un sistema que captura y reprime el deseo, canalizándolo hacia estructuras de control. En El Anti-Edipo (1972), la primera parte de Capitalismo y esquizofrenia, propusieron la noción de “máquinas deseantes”, que describen cómo el deseo opera de manera productiva y no represiva en las sociedades. Estas ideas, que conectan el psicoanálisis con la crítica social, influyeron en movimientos contraculturales y teorías posmodernas, asociando a Deleuze con perspectivas cercanas al anarquismo y el anticapitalismo.
Deleuze también se dedicó a la historia de la filosofía, escribiendo estudios innovadores sobre Hume, Nietzsche, Kant, Spinoza, Bergson y Leibniz, entre otros. En La lógica del sentido (1969), exploró cómo el sentido emerge de series de signos y acontecimientos, alejándose de las nociones tradicionales de significado fijo. Su interés por la estética se refleja en sus análisis de la literatura (Proust, Kafka) y el cine, como en La imagen-movimiento y La imagen-tiempo (1983-1985), donde desarrolló una taxonomía filosófica del cine como arte temporal.
Deleuze vivió en un contexto marcado por la posguerra, el mayo del 68, el estructuralismo y el auge del posmodernismo. Su participación en los movimientos estudiantiles de 1968 y su apoyo a causas como los derechos de los presos y las luchas anticoloniales reflejaron su compromiso político. Su rechazo a las instituciones rígidas y su defensa de la experimentación lo convirtieron en una figura clave para los movimientos culturales y artísticos de finales del siglo XX.
El legado de Deleuze es vasto. Su filosofía ha influido en disciplinas como la teoría literaria, los estudios culturales, la arquitectura, el arte contemporáneo y la teoría política. Conceptos como el rizoma, la diferencia y las máquinas deseantes se utilizan en debates sobre globalización, digitalización y resistencia política. Sus obras, traducidas a numerosos idiomas, se estudian en universidades de todo el mundo, y su impacto en pensadores como Antonio Negri, Michael Hardt y Bruno Latour subraya su relevancia contemporánea. Deleuze es recordado como un filósofo que no solo criticó las estructuras de poder, sino que propuso nuevas formas de pensar y vivir en un mundo plural y dinámico.
Obras destacadas
- Diferencia y repetición (1968): Fundamento de su ontología de la diferencia y crítica a la identidad.
- La lógica del sentido (1969): Análisis del sentido como efecto de series de signos y acontecimientos.
- El Anti-Edipo (1972, con Félix Guattari): Crítica al psicoanálisis y al capitalismo desde la perspectiva del deseo.
- Mil mesetas (1980, con Félix Guattari): Desarrollo del concepto de rizoma y análisis de la multiplicidad.
- La imagen-movimiento y La imagen-tiempo (1983-1985): Filosofía del cine como arte temporal.
Enlace de interés
- Bruno Cicero Poo, «¿Qué es la filosofía según Deleuze?», El Catoblepas, núm. 42 (2005), Nódulo Materialista.