Problema de Molyneux

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El nombre del científico irlandés William Molyneux (1656-1698) fue conocido desde Locke hasta aproximadamente el primer tercio del siglo XIX a consecuencia del llamado "Problema de Molyneux". William Molyneux nació en Dublín y fue miembro del Trinity College, de Dublín. Traductor de las Meditaciones metafísicas, de Descartes (con las objeciones de Hobbes), se interesó grandemente por los problemas de óptica, publicando una Dioptrica Nova en dos partes (1692-1709). Molyneux mantuvo correspondencia con Locke; importante a este respecto es sobre todo la correspondencia a propósito del Essay de Locke. A consecuencia de las observaciones de Molyneux, Locke agregó algún que otro capítulo al Essay (por ejemplo, II, xxviii [Sobre identidad y diversidad]). Molyneux también incitó a Locke a que desarrollara un sistema de ideas éticas.

El "Problema de Molyneux" procede de una carta de Molyneux a Locke del 2 de marzo de 1693. En la segunda edición del Essay (II, ix, 8) Locke introdujo el problema en cuestión tal como le fue propuesto por "ese ingenioso y estudioso promotor de verdadero conocimiento, el erudito y digno Mr. Molyneux". El texto de Locke-Molyneux es el siguiente: "Supongamos que a un hombre ciego de nacimiento y ahora adulto se le enseñe por medio de su tacto a distinguir entre un cubo y una esfera del mismo metal y aproximadamente del mismo tamaño, de modo que cuando toque uno u otra pueda decir cuál es el cubo y cuál la esfera. Supongamos que el cubo y la esfera se hallan sobre una mesa, y que el ciego cobre la vista: pregunto si por medio de su vista y antes de tocarlos podría ahora distinguirlos y decir cuál es el globo y cuál el cubo." El propio Molyneux contestó negativamente, pues aunque "el ciego ha obtenido la experiencia de cómo un globo y cómo un cubo afectan su tacto, no ha obtenido todavía la experiencia de que lo que afecta su tacto de tal o cual modo deberá afectar su vista de tal o cual modo, o de que un ángulo protuberante en el cubo que ejercía presión desigual sobre su mano va a aparecer a su ojo como está en el cubo". Locke manifiesta estar de acuerdo con Molyneux en este respecto; el ciego de nacimiento no podría al principio distinguir mediante la vista entre la esfera y el cubo. Ello ilustra, según Locke, la tesis empirista y antiinnatista según la cual toda noción (y, por tanto, toda diferencia) es adquirida solamente mediante la experiencia sensible y los hábitos formados por ella; la experiencia del tacto no ayudaría, pues, al ciego de nacimiento, una vez cobrada la vista, a distinguir entre los dos objetos citados y sería menester que adquiriese la correspondiente experiencia visual.

Berkeley se refirió al "problema de Molyneux" ya en sus Philosophical Commentaries (Cfr. págs. 10, 11, 12, 13, 17, 19, 23, 24, 38 de la ed. de Berkeley por A. A. Luce, vol. I), pero lo trató más a fondo en su libro sobre una nueva teoría de la visión (Cfr. especialmente $ $ 44-79, 130). Berkeley se adhiere a la tesis de que el ciego de nacimiento no podría llevar a cabo la distinción propuesta con sólo abrir sus ojos; ello se debe no sólo a la falta de conexión entre las sensaciones de la vista y las del oído, sino a razones más fundamentales, tales como que el espacio y la distancia no son objeto de la visión (y, por supuesto, tampoco del oído). Lo que llamamos "visión" ???y que implica juzgar sobre magnitudes, distancias, perspectivas, etc.???, es, en rigor, una "pre-visión", esto es, un juicio de magnitudes, distancias, etc., a base de un previo hábito de asociación de colores con modos de tensión de los músculos del ojo, experiencias motores, etc.

A diferencia de Molyneux y de Locke, Leibniz (Nouveaux Essais, II, ix, 8-10) opina que el ciego de nacimiento que haya cobrado la vista podrá distinguir entre el cubo y la esfera. Además, Leibniz indica ???fiel a su temperamento conciliador??? que su opinión al respecto puede no estar muy alejada, en último término, de la de Molyneux y Locke siempre que éstos le concedan imponer una condición al problema: que se trate solamente de discernir, "y que el ciego sepa que los dos cuerpos figurados que debe discernir están allí, y que de este modo cada una de las apariencias que ve es la del cubo o la del globo". En tal caso bastará el uso de "los principios de la razón". Leibniz funda su opinión en que "en el globo no hay puntos que se distingan de la superficie del globo, en tanto que en el cubo hay ocho puntos que se distinguen entre sí". Si tal no ocurriera, se pregunta Leibniz, no le sería posible a un ciego de nacimiento aprender los rudimentos de la geometría excepto por el tacto ???lo cual no es el caso.

Condillac, en su Traité des systèmes, y Diderot, en su Lettre sur les aveugles à l'usage de ceux qui voient, se ocuparon asimismo del "problema de Molyneux". Condillac manifestó que la solución del problema depende enteramente de la experiencia, y que sólo ésta nos dirá si hay o no de hecho contradicción en las sensaciones del tacto y de la vista. Diderot siguió en sustancia las opiniones de Condillac, pero se planteó el problema de si, en efecto, se puede descubrir por experiencia coordinación de los sentidos y cuánto tiempo puede tardar en establecerse tal coordinación. El "problema de Molyneux" fue asimismo tratado por otros autores, especialmente por "sensacionistas" y "espiritualistas", pero las opiniones principales mantenidas no se alejaron mucho de las antes reseñadas). José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía

El Problema de Molyneux es el prototipo de problema filosófico que traspasa los límites categoriales. Es necesaria la perspectiva filosófica que dé cuenta de todos los aspectos que dicho problema envuelve. Desde el Materialismo filosófico (Carmen Baños Pino, El problema de Molyneux) se ha puesto de relieve la peculiar dialéctica entre percepción táctil y visual, que hace imposible explicar la percepción desde alternativas duales, como las que oponen capacidades innatas a procesos de aprendizaje.

El problema, inmejorable rasante para discriminar entre empirismo y racionalismo (los empiristas dan respuestas negativas, frente a las afirmativas de los racionalistas) se hizo más interesante aún, cuando el cirujano William Cheselden operó con éxito, en 1728, a un muchacho ciego de cataratas congénitas y pudo comprobar que el chico era incapaz, a primera vista, de reconocer los objetos que tenía ante sus ojos.

La respuesta experimental negativa nos pone ante la Idea de la inconmensurabilidad entre el tacto y la vista. Y por eso, los planteamientos que reducen el problema a una cuestión epistemológica son sólo aparentes pues estamos ante un problema verdaderamente filosófico: ¿cómo los objetos situados a determinada distancia del sujeto ???afectan??? a órganos de los sentidos que se muestran heteromorfos? Ni el enfoque del idealismo, ni el del realismo, que suponían al sujeto como una unidad formal, sirven ahora.

Desde el hiperrealismo, el marco ontológico del materialismo filosófico, se ofrece una alternativa tanto a los esquemas idealistas como realistas, que sitúa al ???problema de Molyneux??? en una perspectiva constructivista desde la que se aborda la percepción a distancia (apotética) a partir de las sensaciones del sujeto corpóreo.

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