Diferencia entre revisiones de «Pablo Carlos Feyerabend»

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'''Pablo Carlos Feyerabend''' (1924-1994). Epistemólogo austríaco. Luchó en la II Guerra Mundial en el ejército alemán, donde fue condecorado y llegó a tener diversos grados. Se dedicó al teatro en Weimar y en Viena, estudió luego física y dejó Austria (1955) para enseñar en Berkeley. Preconizó una nueva [[metodología]] científica, que él mismo calificó de anarquista y cuyo eje fundamental era la separación entre [[ciencia]] y [[Estado]]. Entre sus obras destacan ''Contra el [[método]]'' (1975) y ''La [[ciencia]] en una sociedad libre'' (1978).
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Revisión de 19:56 25 dic 2010

Pablo Carlos Feyerabend (1924-1994).

Epistemólogo austríaco. Luchó en la II Guerra Mundial en el ejército alemán, donde fue condecorado y llegó a tener diversos grados. Se dedicó al teatro en Weimar y en Viena, estudió luego física y dejó Austria (1955) para enseñar en Berkeley. Preconizó una nueva metodología científica, que él mismo calificó de anarquista y cuyo eje fundamental era la separación entre ciencia y Estado. Entre sus obras destacan Contra el método (1975) y La ciencia en una sociedad libre (1978).

La negación de la ciencia racional

Feyerabend es uno de los grandes críticos de la visión tradicional gnoseológica de la ciencia. En su libro Tratado contra el método, arremete contra la racionalidad del quehacer científico. En el prólogo del libro mencionado, considera que la ciencia no tiene una estructura: no existen unos elementos que se presenten en cada desarrollo científico. Considera que, al tratar de resolver un problema, los científicos usan indistintamente un método u otro. No existe una racionalidad que guíe la investigación científica. Al contrario, el científico hace uso de fuentes muy diversas que le vengan al caso para apoyar sus investigaciones: sugerencias heurísticas, concepciones del mundo, disparates metafísicos, y otros medios muy dispares.

Afirma que «la idea de un método fijo, de una (teoría de la) racionalidad fija, surge de una visión del hombre y de su contorno social demasiado ingenua» (Contra el método, p. 21). Asimismo, el deseo de objetividad, precisión, claridad y verdad, en lugar de enriquecer a la ciencia, sólo satisface a un grupo de intelectuales que necesitan seguridad intelectual a costa de empobrecer la propia ciencia. A partir de esto, considera que una investigación con éxito no obedece a estándares generales, o esquemas preconcebidos: ya se apoya en una regla u en otra, y no siempre se conocen explícitamente los movimientos que la hacen avanzar. Es aquí donde la intuición «creadora» aparece como la parte irracional e incomprensible del quehacer científico.

Feyerabend considera que su intención no es la de remplazar las reglas del juego, sino la de demostrar que todas las metodologías, incluyendo las más obvias, tienen sus límites. El querer mostrarse como las únicas racionales en base a un empirismo repetitivo, que les da «una convicción profunda», resulta absurdo. Ante ello se da la rebelión anarquista, que es como un agente secreto que le hace el juego a la razón para debilitar su autoridad: la de la verdad, la honestidad, la justicia, etc.

Así, al igual que Popper, sostiene que no es posible formular una «metodología racionalista» de la ciencia, y nos damos cuenta que la ciencia se encuentra mucho más cerca de las artes de lo que pensábamos. La idea de un método que contenga principios firmes inalterables y absolutamente obligatorios que rijan el quehacer científico tropieza con dificultades considerables al ser confrontadas con los resultados de la investigación histórica. No hay una sola regla, por plausible que sea, y por firmemente basada que esté en la epistemología, que no sea infringida en una ocasión o en otra. Estas infracciones, consideraba Feyerabend, lejos de ser accidentales, son necesarias para el progreso. La violación de las reglas metodológicas, o incluso adoptar la opuesta, es siempre aconsejable en una determinada situación. Así, a veces es aconsejable elaborar e introducir una hipótesis «ad hoc» o que contradigan resultados experimentales. Debe procederse en forma «contraintuitiva», o sea, deben construirse hipótesis que contradigan de manera flagrante y abierta las teorías más aceptadas y confirmadas, es decir, que se opongan a los hechos más contundentes. Sólo así se mantendrá la frescura de la ciencia. En suma, esta práctica liberal es razonable y absolutamente necesaria para la ciencia. La libertad es una condición necesaria.

Este liberalismo anarquista ???por así decirlo??? es un intento de aumentar la libertad y el correspondiente deseo de descubrir los secretos de la naturaleza del hombre; por tanto, el rechazo de criterios universales y de todas las tradiciones rígidas, especialmente el quehacer científico y metodológico baconiano, que restringe la capacidad «creativa» a enunciados cerrados de repetición. Antes que anarquista, Feyerabend se considera un «dadaísta», es decir, un convencido de que la vida sólo empezará a merecer la pena cuando nos tomemos las cosas a la ligera, cuando eliminemos del lenguaje los significados putrefactos acumulados durante siglos. Un dadaísta no sólo no tiene ningún programa, sino que está contra todos los programas, e incluso para ser un buen dadaísta se ha de ser también un «antidadaísta». Esta posición crítica y radical es una rebelión al orden establecido en la ciencia, en la metodología y en el quehacer general de cómo se hace la ciencia.

Al igual que Popper, y tras un minucioso análisis de la historia de la ciencia, Feyerabend afirmará que no hay ninguna regla, por fundamental o necesaria que sea para la ciencia, que no haya sido violada. El único principio que no inhibe el progreso es: «todo sirve». Tal sería el único principio defendible, y el único que ha sido respetado universalmente bajo cualquier circunstancia y etapa de desarrollo de la humanidad. Como se aprecia, todo sirve es un criterio real dentro del quehacer de la ciencia. Muchas veces sus grandes avances han sido producto del azar, la casualidad, el error, alucinaciones disfuncionales, sueños, etc. Lo anterior no supone que no podamos obtener conocimiento a través del método científico: lo que se discute es que se le considere como la única vía o la racionalidad lógica única. Finalmente, refiere Feyerabend que no nos interesa como se llegó al conocimiento: lo importante es que lo tenemos; de ahí que todo sirve. Nadie debe cuestionar las vías de construcción del conocimiento.

Su posición frente al método es que históricamente no ha existido y que es la anarquía de la ciencia lo que ha permitido su progreso. Dentro de la anarquía, la invención de las nuevas ideas y el intento de asegurar para ellas un sitio digno en la competencia es lo que lleva a la eliminación de los paradigmas viejos y familiares.

Bibliografía

  • Paul K. Feyerabend, Contra el método, Ariel, Barcelona, 1974.
  •  ???, Tratado contra el método, Tecnos, Madrid, 1981.